La 'guerra contra el terrorismo' declarada por la administración Bush provocó una profunda división entre los países de la UE. ¿Estuvo Europa al borde de la implosión?

Historia: La guerra de Iraq

https://api.multimedia.europarl.europa.eu/documents/20125/15800211/v001-0018-es_mf.srt

El 20 de marzo de 2003, la guerra de Iraq  marcó una cesura en la historia de la UE.

Entre el colapso del World Trade Center  el 11 de septiembre de 2001

y la ampliación de la UE a 10 nuevos países  el 1 de mayo de 2004,

confirmó la incapacidad de Europa  para adoptar una postura coherente

ante la 'guerra contra el terrorismo'  declarada por la administración Bush.

¿Estaba Europa al borde de la implosión?

Oigamos a dos eurodiputados  que fueron testigos de primera fila.

En el Parlamento, la amplia mayoría  estaba contra la guerra de Iraq.

Aunque, desde luego, también  había división en el Parlamento,

pero la mayoría apoyaba  la postura francesa

más que cualquier otra.  Creo que fue un enfoque acertado.

En Alemania,  se utilizó con fines electoralistas

sin intentar ejercer ninguna influencia  sobre los estadounidenses.

Creo que utilizar la paz o la guerra  con fines electoralistas es un error.

Este asunto  tuvo consecuencias gravísimas.

Aún estamos pagando  el precio de esta división.

El plan estadounidense  de intervención militar en Iraq

se fundamentó en el supuesto riesgo  que el armamento,

posiblemente nuclear,  en poder de Saddam Hussein,

planteaba en una región  desestabilizada por Al Qaeda,

la temida organización  liderada por Osama bin Laden.

Saddam Hussein, a pesar de sus acciones,  no tenía nada que ver con Al Qaeda.

Quedó muy claro  que no estaba vinculado con Al Qaeda

y jamás se demostró la existencia  de armamento de destrucción masiva.

El presidente Bush aprovechó la situación

para librar una guerra  que no tenía nada que ver con el 11-S,

que fue una tragedia  y que lo sigue siendo.

El debate sobre las inspecciones  de la ONU del armamento iraquí

puso de manifiesto las profundas  divergencias entre los europeos.

El uso de la fuerza  tendría graves consecuencias

para la población, para la región  y para la estabilidad internacional

y solo debería considerarse  como último recurso.

El 30 de enero,  ocho dirigentes europeos

firmaron una carta de apoyo al plan  de intervención militar de EE. UU. en Iraq.

Después se les unieron  otros 10 el 5 de febrero.

Nueve días después, el ministro de  Exteriores francés se opuso en Nueva York,

estadounidense, hispano y británico  en favor de la intervención.

Más oposición  de Francia, Alemania y Rusia

y luz verde final en las Azores de EE. UU.,  el Reino Unido, España y Portugal.

El 20 de marzo, la Presidencia griega  reconoció el fracaso de sus intentos

para mantener una apariencia de cohesión  del liderazgo europeo.

Fue muy negativo que el Consejo  de Ministros de Exteriores

Lo hicieron por primera vez  en febrero de 2003,

Las declaraciones del Schröder  iban en una dirección, las de Blair, en otra,

Debimos unir fuerzas para poder influir  sobre los estadounidenses.

El Reino Unido  desempeñó un papel dañino y negativo

bajo el liderazgo de Tony Blair,  el perrito faldero de George Bush.

Esto provocó una gran desconfianza  entre los gobiernos y la opinión pública.

Al final, la controversia  sobre la guerra de Iraq

excluyeron a la Alianza Atlántica  de la intervención en Iraq.

Solo después  de la Cumbre de Bucarest en 2008

logró emerger de un periodo  de dudas profundas sobre sí misma.