Antes de la gran ampliación de la UE, los Estados miembros y los países candidatos se reunieron para redactar un primer borrador de constitución, pero ¿qué fue de él? Averigüémoslo.

Historia: La Convención sobre el futuro de Europa

https://api.multimedia.europarl.europa.eu/documents/20125/16421376/v001-0027-es.srt

El 10 de julio de 2003,  la Convención sobre el futuro de Europa,

presidida por Valéry Giscard d'Estaing,

concluyó su trabajo con la presentación  de un borrador de constitución.

Este proceso, que comenzó en 2001  en la cumbre de Laeken,

Repasemos aquel importante momento  en el que la idea era reforzar la UE

Tres eurodiputados que participaron  en la Convención

Cuando llegó la hora  de adoptar el borrador...

De hecho, no lo votamos.  Se adoptó por aclamación, por consenso.

Hubo siete eurodiputados  que no quisieron votar con el resto,

Si lo hubieran hecho, no habría habido  consenso en torno al borrador y al tratado.

Se quedaron y dijeron: "Queremos decir  que no participamos en el consenso".

Por tanto, admitieron  que existía un consenso.

La convención fue la idea  más original e innovadora.

La Conferencia Intergubernamental  se solía celebrar a puerta cerrada

La convención fue abierta y transparente,

y en ella participaban los políticos,  los representantes de los ciudadanos.

porque por primera vez, el Oeste  y el Este se reunieron en esa convención.

porque no había sitio  en la presidencia

para políticos  de los entonces países candidatos.

Cabe recordar que incluso  Turquía participó

Al final pudimos conseguir un lugar  en la presidencia para ser equitativos.

por ejemplo, en torno a si el Consejo  de jefes de Estado y de Gobierno

debería convertirse en una institución.

Giscard d'Estaing impulsó esta idea  en contra de la mayoría de la convención.

El hecho de que el Consejo Europeo  fuera una institución provocó discusiones.

El Parlamento insistió en que  el presidente de la Comisión Europea

debería ser elegido por los ciudadanos,  en las elecciones al Parlamento.

Una vez terminado, el borrador se sometió  a las modificaciones de los Estados

antes de su firma en una gran ceremonia  celebrada en Roma, en octubre de 2004.

Los Gobiernos rechazaron de inmediato  lo que no les gustaba,

por ejemplo, una mejor organización  del Consejo de Ministros.

Nosotros propusimos  un consejo legislativo:

un ministro de Europa en cada país,  encargado de la legislación,

en lugar de 16 consejos que solo  se ocupan de sus propios expedientes.

Eso habría supuesto una gran innovación

y habría logrado una Europa  más comprensible para el ciudadano.

Los Gobiernos no lo querían  y lo rechazaron.

Pese a los esfuerzos  de muchos de nosotros,

el borrador que resultó de la convención

tenía dos grandes defectos  que necesitaban ser corregidos.

Uno era la composición  de la Comisión Europea.

Un comisario por país  es algo absurdo y anticomunitario.

El segundo error  era cumplir con el requisito

para ratificar el tratado e incluso  para algunas decisiones importantes.

Con 28 Estados, nunca vamos  a tomar decisiones por unanimidad.

En 2005, la ratificación  del nuevo tratado constitucional

fue rechazada en sendos referendos  celebrados en Francia el 29 de mayo

Sabíamos que era difícil  que los ciudadanos

entendieran tal cantidad  de información.

ni los que dijeron que no  ni los que dijeron que sí al tratado.

Y el tratado estaba enmarcado  en el contexto de la política nacional.

por lo que la gente votó en contra de cosas  que ni siquiera estaban en el tratado.

La gran crisis financiera de estos años

ha demostrado que para la UE es difícil  superar un impacto de tal magnitud.

Es hora de pensar en  la próxima fase de la Unión Europea.

Aparte de la unión monetaria, necesitamos  una unión económica y financiera.

Yo creo que necesitamos otra plataforma  para debatir esto juntos

y no veo más alternativa  que una nueva convención.

El Tratado de Lisboa estipula  que se debe recurrir a ella

para cualquier modificación sustancial  del orden institucional europeo.